Actualización y optimización de la vigilancia activa en cáncer de próstata en 2021.

Tras los resultados de la observación a largo plazo y de los resultados de las series más longevas de vigilancia activa, es preceptivo resaltar que a un paciente de cáncer de próstata de riesgo bajo se le ha de informar la posibilidad de una estrategia no activa, que diferirá entre la observación o la vigilancia activa en función de la edad y de las comorbilidades del paciente.

A 15 años de seguimiento, el riesgo de muerte por cáncer de próstata de bajo riesgo sin ningún tratamiento fue del 8,9 % frente al 49,5 % por otras causas, mientras que en pacientes tratados con intención curativa del mismo grupo fue del 5,1 % lo cual deja poco “espacio de ganancia” a los tratamientos activos y mucho a un buen programa de vigilancia activa. Por lo tanto, se puede asumir que la vigilancia activa es una estrategia obligada y adecuada en el manejo del Cáncer de Próstata.

Las recomendaciones que las Guías Clínicas otorgan a la vigilancia activa no han cambiado sustancialmente durante los últimos años. Si la biopsia transrectal estándar supone una expectativa de vida mayor a 10 años, con un PSA igual o menor de 10 ng/ml, más otros marcadores dentro de lo razonable, esos pacientes se consideran buenos candidatos para Vigilancia Activa.

Muchos autores ya abogan por seguimientos diferenciados según el riesgo de progresión. La presencia de una biopsia de confirmación sin tumor es un factor pronóstico favorable para no tener progresión ulterior de la enfermedad. Además, el pronóstico empeora si el paciente no cumple con los protocolos de seguimiento, incluyendo las biopsias cuando estas están  protocolizadas o se induzcan por alguna causa.

En centros de excelencia se postula que la Resonancia sustituya a las Biopsia en el seguimiento, pero la distinta interpretación de la Resonancia, su falta de estandarización y de interpretación, y el hecho de que el 15 % de los tumores clínicamente significativos no se vean por Resonancia, hacen que de momento las Guías no contemplen obviar las Biopsias de seguimiento. De la misma forma, ningún otro biomarcador sérico, urinario o prostáticos, ha demostrado con consistencia y reproducibilidad que de forma individual sea una herramienta útil para predecir la progresión tumoral en el momento inicial de inclusión en Vigilancia Activa o en el periodo de confirmación. Además, el uso de biomarcadores debería demostrar una mejora del pronóstico oncológico del paciente, y actualmente eso no se ha demostrado.

Vigilancia activa y calidad de vida.

Poner la calidad de vida antes que el resultado oncológico se debe a que ésta es en sí misma la razón de ser de la vigilancia activa. No se ha de olvidar que, además, la Calidad de Vida que el paciente experimente en Vigilancia Activa, depende principalmente de la confianza que el paciente tenga en su médico.

Obviamente, un paciente cancerofóbico, ansioso o que se prevea que no va a ser cumplidor de las pautas establecidas por su médico, no es un buen candidato para la Vigilancia Activa.

Las variables que predicen de forma independiente una mala calidad de vida de un paciente en Vigilancia Activa son la ausencia de pareja, un estado mental de inicio alterado, la ausencia de opinión de más de un médico, sobre todo cuando el paciente recibe opiniones contradictorias, entre otras razones médicas.

Este artículo que he compartido con los lectores, resume la experiencia en clínicas de primer nivel de Europa y Norteamérica. No es la vivencia en nuestro sistema de salud, salvo contadísimas excepciones. Las razones, muchas: falta de compromiso por parte de los individuos, de los propios médicos y principalmente, falta de compromiso y de responsabilidad por parte del sistema.

Cuando el lucro es el fin, de nada vale el compromiso del médico o del individuo.

Por todo ello es que cada uno de nosotros debemos exigir a las autoridades que velen por nuestra salud y no dejarlo en manos de las instituciones.

 

Resumido y adaptado de:

Rubio-Briones, B. Pastor Navarro, L.M. Esteban Escaño y A. Borque Fernando.

Instituto Valenciano de Oncología, Valencia, España.

Departamento de Estadística, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, España.

Servicio Urología, Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España.