Cuando ocurre un gran impacto, algo que irrumpe en nuestras vidas, como la situación de crisis sanitaria por el Covid-19, surgen respuestas en el ser humano, implicando diversos aspectos de su vida. Podemos simbolizar el triángulo del Pensar-Sentir-Actuar nuestra mente inicialmente puede activar pensamientos negativos, fatalistas, reales o no, independiente de las condiciones externas, genera emociones intensas y acciones no adecuadas.

Por ejemplo:
Pienso: “esto es lo peor que está pasando”
Siento: un gran miedo, pánico…
Actúo: compras excesivas.

Siguiendo esta cadena, donde los eslabones se van conectando, potenciando, la preocupación va en aumento con un desborde de información, una misma noticia repetida en el día, genera mayor incertidumbre y ansiedades, además de los hechos concretos y reales que sí están ocurriendo.

Las respuestas pueden oscilar entre una gran hiperactividad para intentar manejar las ansiedades o quedarse paralizado, sin energía. Estas dos modalidades extremas, no serían adaptativas o adecuadas como forma de enfrentamiento ante una situación de crisis. Si cambiamos y pensamos de una manera diferente:

Pienso: “me tengo que ocupar, tener cuidados de higiene según lo recomendado”
Siento: preocupación
Actúo: compras adecuadas, necesarias.

Los miedos intensos, la hiperactividad o el quedarse paralizado, se pueden ir regulando con funcionamientos saludables a nivel personal y a nivel sociofamiliar. Esto requiere un movimiento, un hacer, es llevar a la práctica determinadas acciones, conlleva la actitud y determinación, que el bienestar emocional depende de cada uno, es el gran desafío, que más allá de las circunstancias, de aislamiento físico, no social, se puede gestionar un equilibrio en las emociones.

No es aislamiento social, porque tenemos que estar en contacto con nuestros seres queridos, a través de las diversas formas de comunicación, los mensajes, las palabras que individualizan, puede ser una nueva forma de transmitir afecto, como escribir “te extraño”, “cuánto necesito tus abrazos”, “qué bien me hicieron tus consejos”, “qué buen amigo fuiste cuando te necesité”. Así podemos seguir, estos mensajes son muy poderosos para transmitir emociones, para estar cerca de quienes no podemos ver, llegan al corazón, más que los emoticones o mensajes generales.

Con respecto a las emociones frecuentes, en esta situación actual, el miedo es esperable, con temor a varias pérdidas, como a las condiciones económicas, al empleo, al contagio, a que las condiciones de salud empeoren, al ser una población de riesgo por tener Diabetes.

De las acciones a nivel personal y sociofamiliar, para encontrar un equilibrio en el Pensar/Sentir/Actuar, a nivel personal: se puede elegir en qué momento del día informarse, solo un informativo, una sola red de comunicación, tv, celular, internet, etc. También se puede elegir qué documento, video, etc., abrir o no. Como también evaluar lo que se va a reenviar, se sugiere evitar reenviar a nuestros contactos del celular toda la información que nos llega, pensemos que ellos también lo recibieron, pensemos en cosas obvias, por ej.: nuestros amigos y familiares tienen celular, tv, internet.

El humor ha sido uno de los mecanismos adaptativos, en estos momentos para ver de otra manera los temas que preocupan, esto no implica no tomarse con seriedad y responsabilidad los cuidados sanitarios, sino es una forma diferente de ver los problemas, todo lo que nos saque una sonrisa… ¡será bienvenido!

Siguiendo con las acciones personales: el mirar fotos de momentos placenteros genera emociones positivas, similares a las sentidas mientras se vivió, nos podemos detener en ver los paisajes, las personas, observar los gestos, los abrazos, los besos… ¡cuánto se valoran ahora!

Las rutinas diarias, dan un orden al vivir, porque se sabe qué nos deparará un día con actividades, así sean dentro de nuestra casa; los calendarios con colores, ubicados en lugares estratégicos, pueden ser una ayuda memoria.

Sobre el tratamiento de la Diabetes, es una oportunidad para priorizar el autocuidado, de conocerse, de aprender más sobre el conteo de carbohidratos, de poder medirse la glucosa y darse la insulina o tomar los medicamentos, según lo indicado. Cuántas veces se dijo: “no tengo tiempo, estoy a las corridas, no puedo comer en hora, me olvidé de darme la insulina…”.

Cada momento que nos toca vivir, como ahora, estar en casa, no estar a las corridas, si lo tomamos como una oportunidad para experimentar cosas nuevas, diferentes y mejores para nuestras vidas, se puede decir que algo mejoramos y aprendimos. Después de dejar la queja inicial frente a los cambios, como cuando decimos “no puedo ir al gimnasio, no puedo salir a caminar…”, y buscamos en forma activa soluciones, vemos que es posible tener una vida saludable aún en situación de reclusión. Han surgido ideas muy creativas para realizar actividad física en casa, individual y de los grupos de danza, ballet, deportistas, que han usado la tecnología para dar su aporte positivo, ¡acá si hay que compartir esos videos!

Lo que hemos señalado en estas líneas, es mostrar que más allá de las adversidades, las personas tienen recursos, personales, sociales, familiares, para enfrentar los cambios, después de una sacudida emocional, con cierta inestabilidad al comienzo, con recursos diversos se puede continuar, rearmarse, ser resiliente, y si de eso saben, son las personas con Diabetes. La Resiliencia es la capacidad que tienen las personas de enfrentar y superar traumas, grandes cambios, personales, familiares o ambientales. El ser humano, recurriendo a mecanismos de afrontamiento internos y externos, puede resignificar las experiencias traumáticas, transformarlas, incorporarlas como parte de lo vivido, generar nuevas formas de seguir y así poder sentir en su interior que la “vida sigue”. Sigue, sí, es cierto: diferente, no como antes de la experiencia crítica, diría Viktor Frankl, sigue si le encontramos “sentido a la vida”, si tenemos una “motivación” para continuar. J.P. Sartre dice: “el hombre se inventa a sí mismo”.

En este año 2020, nos tenemos que reinventar. Primero enfrentar los cambios, buscar el sentido a nuestra existencia, ver lo anterior, cuestionar, hacer cambios significativos, para ello es necesario la reflexión de cada uno de nosotros.

Nos preguntamos: ¿Qué hacer en este momento en que estamos en nuestros hogares? Sin reuniones, sin viajar, sin consumir en los shoppings… Sin… y sigue la lista.
Son varias las preguntas en este momento de incertidumbre, donde toda la rutina, lo conocido, las certezas, se van modificando. Un posible camino a la reconstrucción de nuestras vidas, es tener sí una gran certeza: que tenemos la libertad de elegir cómo enfrentamos los cambios. “No hay nada en el mundo capaz de ayudarnos a sobrevivir, aun en las peores condiciones, como el hecho de saber que la vida tiene sentido”. “Los más aptos para la supervivencia son aquellos que saben que les espera una tarea por realizar”. (V. Frankl) Son frases de un gran resiliente, de alguien que sobrevivió a un campo de concentración.

Tenemos la libertad de elegir acciones saludables, nuevas formas de vincularse dentro del hogar y a distancia, optar por otros hábitos, por realizar actividad física dentro de la casa, escribir una y otra vez lo que se siente, “escribir para sanar, para reconstruir este momento de la historia”.

Busquemos el sentido a nuestras vidas y las tareas que nos quedan por realizar, un posible camino de ayuda para transitar en este aquí y ahora que nos toca vivir.