La Diabetes mellitus (DM), es un importante problema de salud en nuestro país y en el mundo por su alta incidencia y por las complicaciones que puede provocar.
Dentro de los llamados pilares del tratamiento, la educación ocupa un lugar destacado en tanto instrumenta a las personas para comprender el proceso vital que las afecta y para identificar las conductas favorables a la salud. La adherencia al tratamiento requiere de un compromiso que solo es posible cuando la persona conoce su importancia y lo jerarquiza.

La valoración e importancia que la educación en Diabetes ha adquirido en la actualidad es producto de la evolución que ha tenido a lo largo del tiempo y sus resultados.

Antecedentes e importancia de la educación como pilar del tratamiento de la Diabetes Mellitus.

La importancia de la educación de la persona con Diabetes no es un concepto ¨nuevo¨. Ya en el siglo XIX, Apollinaire De Bouchardat (1809-1886) farmacéutico y diabetólogo del Hotel Dieu, fue el primero en promover la educación en Diabetes, la monitorización de la glicemia, la recomendación de dieta y ejercicio en el tratamiento de la Diabetes del adulto. Identificó que la reducción de peso y el aumento de ejercicio impactaban favorablemente en el control metabólico. Destacamos además como aporte fundamental que introduce la responsabilidad personal del paciente para su propio tratamiento.

En 1919, Elliot Joslin dedicó un capítulo a educación diabetológica en su Manual de Diabetes para el médico y el paciente, aportando a estos últimos los conocimientos necesarios para manejarse terapéuticamente en forma independiente.
Otra estrategia educativa fueron los campamentos para niños diabéticos, donde recibían instrucción y apoyo en su tratamiento, instalados desde 1925.
La valoración que tenia de la educación como parte del tratamiento se resume en frases como: “La educación no es una parte del tratamiento de la Diabetes, es el tratamiento” y “El diabético que más sabe, es el que más vive”.

Otro hito a destacar es el trabajo pionero de Leona Miller (1972) quien demuestra experimentalmente que la organización de grupos de enseñanza en aspectos elementales (inyección de insulina, técnica de glucosuria –y, sobre todo, cetonuria-, vigilancia de los pies, etc.) y un teléfono para consultas se asocia a resultados como disminución de las consultas por ulceraciones en los pies y reducción a la tercera parte de los ingresos hospitalarios, entre otros. Queda establecido que la educación del paciente juega un papel protagónico en el cuidado de las personas con enfermedades crónicas.

Por otra parte, en Europa, a finales de la década de los setenta, se creó el Diabetes Education Study Group (DESG) que reúne a los principales profesionales interesados en la educación de pacientes con Diabetes. Se destaca la figura del Dr. Assal, quien introduce el término “educación terapéutica” para reforzar la idea de que es una enseñanza básicamente al servicio del tratamiento de la enfermedad. La caracteriza como una disciplina científica, lo que incrementa su rigor metodológico.

Este grupo se reúne en Italia (1989) emitiendo la «Declaración de Saint Vincent», que marcó unos objetivos generales y específicos para las personas con Diabetes. En 1993, el estudio DCCT (Diabetes Control and Complications Trial) demostró que la terapia intensiva junto a un programa estructurado de educación diabetológica prevenía un porcentaje considerable de complicaciones crónicas de la Diabetes.

En suma, a través de este recorrido podemos apreciar la importancia de la educación en el abordaje de las patologías crónicas en general, y en la Diabetes en particular. Los mayores impactos en eventos como cetoacidosis y mortalidad asociada, han sido provocados por el descubrimiento de la Insulina (1921), la utilización de los antibióticos (1946) y las intervenciones educativas programadas (1972).

El proceso educativo.

Podemos encontrar muchas definiciones de educación y de proceso educativo.
Identifico la de Blanco M.R. (1992) por su abordaje integral y amplio como la que más aspectos involucra: “Es el proceso social en el cual se inscribe todo individuo y que a través de relaciones formal e informalmente organizadas facilitan el desarrollo del potencial cognoscitivo, afectivo, motor, social y axiológico de la persona”.

Ubica la educación como un proceso, no un momento, de ahí la educación de tener continuidad en la educación del paciente y su familia. Le adjudica un carácter social, dado por la interacción de la persona con otros, jerarquizando así las instancias de compartir con pares las experiencias de vida. Este aprendizaje se origina en una serie de acciones que no ocurren solamente dentro de sistemas formales como las instituciones educativas. Por eso es muy importante para el educador, considerar la influencia que tienen sobre las personas las otras vías no formales (amigos, medios de comunicación, redes, etc.) en la construcción de los saberes, a veces correctos y otras no. Sobre estos antecedentes se debe construir (y a veces primero deconstruir) el conocimiento.

Finalmente, considera el involucramiento de aspectos no solo cognitivos en los procesos de aprendizaje, ofreciendo una imagen integral de las personas. Esto nos permite entender el rol de los afectos y las motivaciones en el aprendizaje y la aplicación de lo aprendido en nuestra vida cotidiana.

Este proceso educativo se compone de dos subprocesos: el de enseñanza y el de aprendizaje. Es importante que ocurran en concomitancia, pero la ocurrencia de uno no debe dar por supuesto la ocurrencia del otro. Así, el educador puede desarrollar el proceso de enseñanza y estar satisfecho con el mismo. Pero esto no implica que el aprendiz despliegue el proceso de aprendizaje (en forma parcial o total). Por esto va a ser fundamental la evaluación, para conocer en qué medida se dieron los dos subprocesos y el aprendiz logró incorporar los conocimientos y destrezas enseñados.

La enseñanza se puede definir como el conjunto de actos intencionados, orientados hacia los individuos, con el propósito de obtener cambios en sus comportamientos. La intencionalidad nos habla de planificación, de organización.
El aprendizaje se puede considerar como el “proceso de sucesivas reestructuraciones de los esquemas internos del sujeto, en interacción con los objetos del conocimiento” (Díaz Barriga, 1999).

Existen muchos factores que intervienen en ambos procesos, facilitando u obturándolos.
Importa señalar que, si el objetivo es lograr cambios de conducta, nos referimos a procesos complejos y esto diferencia la educación de la simple información. Cuando explicamos algo no podemos dar por obvio que este acto será suficiente para que la persona modifique sus conductas o hábitos. De aquí la importancia del seguimiento longitudinal del paciente y su familia, enseñando y verificando que se haya producido el aprendizaje.

Modelos educativos.

Las concepciones del aprendizaje y la enseñanza han ido evolucionando a lo largo del tiempo. Desde las corrientes tradicionales a la fecha se ha transitado por modelos de enseñanza activa, tecnológica o conductista, constructivista, cognoscitivista y social.

Estos modelos responden a diferentes concepciones del hombre y de las formas de relacionarse con el medio. Según los modelos que se apliquen, se consideraran los objetivos, los diseños instruccionales, la metodología de enseñanza, los métodos de evaluación, etc.

Estos aspectos son lo suficientemente amplios como para justificar un abordaje especifico. Solo a modo de ejemplo, señalemos que cuando el educador se adscribe a un método más tradicional va a pretender que el paciente cumpla todas las indicaciones sin considerar si estas son o no viables para su realidad, su contexto (¨él es quien sabe lo que está bien¨). En cambio, cuando se basa en el constructivismo, utilizara métodos activos, participativos, con más posibilidades de éxito. Los objetivos de aprendizaje se elaborarán en conjunto (educador-educando) por lo que será más seguro que respondan a las necesidades del aprendiz y por tanto más viables.

Así, el modelo clásico paternalista de la relación médico-paciente cada vez tiene menos sentido, en la medida en que los pacientes disponen de información necesaria para tomar sus propias decisiones. El nuevo modelo debe ser el de la decisión compartida, que se inscribe en la filosofía del ¨empoderamiento¨.

Programación educativa.

La enseñanza puede ser incidental o planificada. La incidental es más bien cuando se proporciona alguna información a propósito de alguna duda. Es parcial y muchas veces no se evalúa la implementación de esa nueva información.

Cuando nos referimos a ¨educación¨, como proceso generador de cambios de conducta, hacemos referencia a la enseñanza planificada. Esta es intencional (tiene ciertos objetivos), está estructurada (presenta una secuencia ordenada), y es evaluada.
El programa educativo se compone de una serie de etapas:

En números siguientes profundizaremos estos aspectos.

Bibliografía
Pérez Bravo, F. Rev. chil. endocrinol. Diabetes 2012; 5 (1): pp 34.
Aylwin G. Personajes de la Endocrinología. Elliot Proctor Joslin (1869-1962). Rev. chil. endocrinol. Diabetes 2010; 3 (4) 2. D.
Figuerola. Educación terapéutica de pacientes diabéticos. Diabetes, 4th ed., pp. 257-258
L. Moreno-León, et al. Educación para la salud aplicada a la Diabetes mellitus: perspectiva histórica. Curso de Educación Sanitaria en Diabetes, pp. 7-10.
Díaz-Barriga A. y Hernández Rojas G. (1999) Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. Una interpretación constructivista. México: Mc Graw Hill 2a Ed, 2005