Cuando me solicitaron un artículo para esta revista, para la cual escribo hace tanto tiempo, mi primera impresión fue: ¿Qué más decir sobre adolescencia y Diabetes? ¿Hay algo nuevo? Respuesta inmediata: lo nuevo es la pandemia, el COVID-19, y todos los cambios que hemos instrumentado, padecido, inventado en este año y pico qué pasó desde aquel lejano 13 de marzo de 2020.
Nuestros jóvenes se han visto obligados a renunciar a conductas que les son propias, que son necesarias para su crecimiento y para formación de su personalidad, cómo la interacción con pares, la formación y el intercambio con grupos, la educación presencial, el distanciamiento desde sus familias. Han tenido que aislarse en sus casas, aprender a estudiar a distancia, utilizar la tecnología para temas académicos, en lugar de las actividades lúdicas a las que están acostumbrados. Desde la mirada de la adolescencia y la Diabetes, una de las cosas que más nos preocupa, es la relación inadecuada de los adolescentes en aislamiento con los alimentos y el ejercicio.
En un artículo anterior, en 2019, abordamos con la Prof. Luciana Antúnez la importancia que tiene la actividad física en el desarrollo adolescente. En 2020, la estudiante de Ciencias de la Comunicación Aldana Gamarra nos interrogó a la Prof. Antúnez y a mí sobre el tema. En la nota: “Adolescentes: ejercicio al ritmo de la virtualidad” manifestábamos nuestra opinión al respecto, la que se ha visto reafirmada con el correr de los meses, con la permanencia de la situación sanitaria negativa, y con el hecho de que los adolescentes y jóvenes siguen en sus casas, en su inmensa mayoría. Allí nos referíamos a la preocupación por la falta de actividad física, en virtud de que la misma, en las instituciones educativas, es muchas veces la única ocasión de los jóvenes de realizarla. Si agregamos los altos niveles de sobrepeso y obesidad en nuestros jóvenes, veremos que los riesgos de desarrollar trastornos endocrinológicos relacionados al metabolismo glucídico aumentan.
Decíamos en la nota: “En esta cuarentena, aumentan los niveles de ansiedad, tanto en adultos como en jóvenes, alterando los ritmos de sueño y la calidad y cantidad de los alimentos. La falta de horarios estables, la actividad en horas nocturnas, provocan el abandono de hábitos saludables, ya difíciles de instaurar en esta franja de edad”. También nos referimos al hecho de los trastornos posturales, que, si bien ya presentes, se han agravado por las largas horas de permanencia frente a las pantallas.
La Prof. Antúnez, por su parte, hacía hincapié en realizar “desde ejercicios de respiración y
estiramientos para entrar en calor, para luego centrar la atención en la postura, fortaleciendo abdominales, glúteos y trabajando piernas y espalda sin peso”. Por otro lado, también
recomendó actividades para realizar en familia como coreografías y ejercicios de conciencia
corporal acompañados de música relajante. “Es una manera de bajar a tierra y de unión a
partir de la oxigenación”, concluyó.
Esta situación sanitaria ha puesto a los niños y adolescentes más cerca de circunstancias con las que habitualmente los adultos intentamos que no lidien: la enfermedad, la gravedad y aún la muerte. En este momento, mayo de 2021, raro es aquel uruguayo que no conozca alguien cercano que haya tenido COVID-19, incluso que haya estado en CTI o que haya muerto. Entonces también la ansiedad tiene relación con el temor de que enferme alguien cercano y querido.
Pero esto ya ha sido dicho una y mil veces, por expertos, por legos, y por los propios adolescentes! ¿Qué podemos sacar cómo insumo positivo de esta crisis? ¿Podemos? Por supuesto que sí.
El aprender a manejar las circunstancias negativas no es poca cosa. Es el viejo y querido estoicismo (fortaleza, coraje, dominio de sí mismo, templanza), que la modernidad había puesto en “modo pausa”. Y es también la nueva y tan mentada resiliencia: podemos fortalecernos con la adversidad. Estos adolescentes tendrán, seguramente, cosas muy interesantes que relatar a sus hijos y nietos. Nosotros, la generación de sus abuelos, vivimos los coletazos de la epidemia de polio, nuestros padres, la segunda guerra mundial, y podemos seguir enumerando circunstancias extremadamente trágicas que le ha tocado vivir a la humanidad, ¡y aquí estamos!
Por lo pronto, hemos sacado del arcón de la historia la frase: “lávate las manos”, y aun aquella de: “cambiate de ropa al llegar a casa”. A mí me las decía mi abuela a cada rato. Esas son costumbres que no deberían olvidarse una vez pasada la pandemia.
Muchas de las actividades que les sugerí a los adolescentes en un post de 2020, pueden continuar en uso: conversar, jugar juegos de mesa, pintar, dibujar, coser, pintar el cuarto, re-decorar. También colaborar en el reciclaje de los desechos, inventando nuevas formas de aprovecharlos o descartarlos. Darle a algún adulto un libro que te haya gustado y pedirle que haga lo mismo. Y luego comentarlo. Lo mismo se puede hacer con una película o serie.
Para no caer en excesos alimentarios: crear formas saludables de comer, cocinar, inventar, copiar o inventar recetas. Intentar con comidas exóticas de países lejanos, y aprender de su cultura y su historia. Y esto lo puedes hacer con amigos, usando los medios tecnológicos con creatividad. Y cuando esto termine, es una buena actividad optativa en vez de la salida habitual que muchas veces se sale de cauce.
Mirar fotos viejas de la familia. Seguro hay una historia interesante y hasta complicada (y hasta un poco prohibida…) detrás de alguno de esos familiares en blanco y negro.
Hacer un árbol genealógico. Se puede pedir ayuda a los abuelos, aunque estén en otra casa, y a los bisabuelos. Y en el futuro, acostumbrarse a escucharlos: sus relatos son las raíces familiares, qué está bueno que no se pierdan. Y en el futuro, el relato de esta pandemia será lo que los niños, adolescentes y jóvenes de hoy, relatarán a sus descendientes, que los escucharán con atención y asombro.
Esto es lo que nos tocó vivir, y podemos fortalecernos de ello, los adultos, los adolescentes, los niños y los jóvenes. Por ahora: #QuedateEnTuBurbuja, #UsaMascarilla, #ManteneDistancia, #LavateLasManos.
Sé todo lo solidario que puedas, y cuando sea posible #VACUNATE.