La persona con Diabetes, ¿es un enfermo?

Salud y enfermedad: una mirada desde la medicina familiar y comunitaria.

El proceso salud-enfermedad es un continuo en toda persona, tenga o no en su componente biológico Diabetes Mellitus. Considerarse con buena salud o enfermo depende de hacia qué lado se inclina la balanza.

Salud, según la definición de los Doctores Hugo Villar y Roberto Capotte: “La salud es una categoría biológica y social que  se encuentra en unidad dialéctica con la enfermedad, resultado de la interacción del individuo en su medio, que se expresa en valores mensurables de normalidad física, psicológica y social, que permite al individuo el cumplimiento de su rol social, que está condicionada al modo de producción y a cada momento histórico de la sociedad, es un derecho humano fundamental y constituye un inestimable bien social”.

Es desde esta perspectiva que entendemos la atención a la salud en el primer nivel de atención. Con equipos de salud que tengan fuerte vínculo con la comunidad en la cual actúan. Que conozcan a las personas y su entorno, preparados técnicamente y profundamente humanos. Multidisciplinarios, conocedores de sus límites para interactuar oportunamente con otros equipos, especialistas focales u otro nivel de atención cuando es necesario.

Conocer a la persona y su familia en su entorno, cómo vive, sus hábitos, qué expectativas tiene, sus creencias, si convive con otras personas, apoyos instrumentales y afectivos, qué posibilidad de acceso a una adecuada alimentación, a hacer ejercicio, redes de apoyo (locales, familiares, institucionales).  Es tan importante como conocer las comorbilidades (otras patologías) de la persona, que fármacos u otras sustancias consume (si lo hace) y la interacción entre estas.

Este conocimiento se hace imprescindible para que el encuentro (o consulta) que la persona con Diabetes tenga con su médico de referencia o equipo de salud referente se desarrolle en un marco adecuado de negociación (alejado de la imposición) para que la persona tome la decisión más adecuada en los cuidados de su salud. Qué tipo de tratamiento eficaz podamos sugerir los profesionales depende de ese conocimiento.

De esta “negociación” que se establece en el encuentro clínico, saldrán los objetivos terapéuticos acordados, que serán alcanzables si la persona está convencida de ellos, de sus posibilidades de alcanzarlos y no solamente de lo que el médico indique basado únicamente en su conocimiento científico biológico.

Inclinar la balanza hacia la salud en personas que se le diagnostica Diabetes implica generalmente cambios en los hábitos de la persona, lo que no es sencillo de lograr y muchas veces requiere apoyo de su entorno (fundamentalmente) y de diferentes profesionales para lograrlo. Descontando el convencimiento y gran esfuerzo personal que implicará.

Los hábitos que se adquirieron en un proceso de aprendizaje y construcción a lo largo de la vida, requieren también un proceso de aprendizaje que deberá ser más acelerado para transformarlos e inclinar esa balanza hacia la salud.

En este vínculo entre la persona con Diabetes y el médico debe estar presente el enfoque desde la promoción de la salud.

Como se define en la carta de Ottawa (primer conferencia para la promoción de la salud) organizada por la OMS y el ministerio de salud de Canadá abril de 1986. La promoción de la salud se define en un sentido positivo, mirando hacia la construcción de una vida saludable. Para intervenir en este sentido se definió la necesidad de una participación activa en: Establecer políticas publicas saludables, Creación de ambientes favorables a la salud, Reforzamiento de la acción comunitaria, Desarrollo de aptitudes personales, reorientación de los servicios de salud.

¿Qué tiene esto que ver con la Diabetes? Todo. Los equipos de salud orientamos muy frecuentemente nuestro accionar en la enfermedad en prevenirla, tratarla, pero muy poco o casi nada trabajamos por la promoción de la salud. Y en todas las etapas de la promoción de la salud tenemos mucho para hacer.

Con frecuencia hacemos hincapié en tres de los cuatro pilares de tratamiento de las enfermedades crónicas no transmisibles: alimentación, actividad física, tratamiento farmacológico. Dejando de lado el cuarto y más olvidado, la socializacion o trabajo en grupo y compartir espacios saludables.

Llamamos servicio de salud en la mayor parte de los casos a un espacio o dispositivo que solo se ocupa de enfermedad.

Para que estos cuatro pilares estén presentes, el vínculo de atención longitudinal (atención a la persona a lo largo de su vida) del equipo de salud es una herramienta insustituible y característica del trabajo en el primer nivel de atención.

¿Cómo negociar y acordar sobre formas y tipos de alimentación, si desconocemos costumbres, creencias, posibilidades económicas, forma de acceder a los alimentos?

¿Qué y cómo proponer ejercicio o actividad física adecuada y factible sin conocer dónde y cómo vive, posibilidades de desplazarse, terreno donde hacerlo, accesibilidad a gimnasio o polideportivos, comorbilidades que dificulten o hagan necesario el ejercicio, qué instrumentos que se encuentren en el hogar pueden utilizarse para hacer ejercicio?

Para elegir los fármacos necesarios, además de sus mecanismos de acción, dosis adecuadas, momentos del día en que se deben consumir, cómo es el día alimentario de la persona, interacciones con otros que pueda estar tomando previamente. Es preciso conocer las creencias sobre el consumo de fármacos. Etapa de la enfermedad.

¿Qué conocemos sobre la socialización de la persona como factor protector de salud o promotor de ésta?  Contamos con la posibilidad de trabajar en grupo sobre enfermedades crónicas no transmisibles (como la Diabetes) donde cada participante sea protagonista de un rico intercambio de saberes y construcción de espacios saludables, conocemos las redes formales, informales, institucionales que puedan oficiar de apoyos.

Esta multiplicidad de variables sobre las que hay que trabajar, el manejo de la incertidumbre, para inclinar la balanza hacia la salud, son parte de las características del trabajo del especialista en Medicina Familiar y Comunitaria como integrante del equipo de salud del primer nivel de atención.

Esta labor requiere tiempo: de conocimiento, de escucha, de construcción de vinculo, de planificación y negociación de los objetivos terapéuticos a plantear.

Otro elemento imprescindible y que condiciona toda planificación y acción de promoción de salud en la población con la que trabajamos es el previo diagnóstico de situación de salud en el territorio que se encuentra el servicio de salud.

Tanto la promoción de la salud, la prevención de enfermedad, como el diagnóstico y tratamiento oportunos hacen a este continuo salud-enfermedad en el que navegamos cotidianamente los equipos de salud y las personas de la comunidad.

Dependiendo de cómo se logre inclinar la balanza la persona con Diabetes podrá ser saludable o enferma.